lunes, 11 de julio de 2011

DAMIAN



La mamá de Damián, estaba en el Salón, mirando ensimismada la televisión y no podía escuchar, la voz de Damián:
Este en su habitación, notando un frió sudor, la llamaba sin secar:

  • Mamá… mamá…mamá…

No sabía que ocurría, pero no se encontraba bien. Las lágrimas le caían, juntándose con las gotas que de su frente bajaban y por su rostro resbalaban.

  • Mamá…mamá… ¡Por favor! Mamá…


En la habitación contigua, entre voces de actores, jugando a soñar; la madre que, desconoce lo que ocurre en la realidad, ignora que, allí al lado, agoniza entre llantos y en soledad, su pequeño Damián.

  • Mamá…mamá…¡Por favor mamá!

La sensación de estar solo, de él se apoderó…

  • Mamá…mamá…escucha…soy yo mamá…

Don Armario le miraba, lleno de un gran dolor¡ Cómo podría hacer el para calmar su pesar?
Habló a Doña Ventana, rogándole por favor, que sus hojas desplegara para que entrara en aire en la Habitación

  • Abre… Corre… ¿Es que no ves a Damián? La fiebre pronto su cuerpo abrazará…
            Abre…¿No ves que no puede respirar?
            Doña Puerta.. tú también…
            Abrir vuestras hojas por favor…¡Ya no aguanta más!

Doña Ventana, con tristeza. A Damián miró. ¿Cómo con el pestillo cerrado, ella iba a conseguir, abrir sus hojas de golpe, para dejar al aire venir?

Con fuerza apretó su cuerpo. Casi se siente desfallecer, pero, por el amor que le tenía a Damián, un nuevo esfuerzo se propuso hacer…
Las hojas finalmente, con violencia se abrieron y el Aire entró como un vendaval, dirigiéndose hacía el lecho. Acariciando a Damián, calmó, momentáneamente, aquel frió sudor.

  • Mamá…mamá… mamá… ¿No me oyes mamá? No puedo respirar…

Las lágrimas por su rostro, no dejaban de correr. Su frente ardía y su cuerpo, se dormía.

Don Armario desesperado, a Doña Ventana miró y le dijo casi gritando:

  • Señora…¡Por favor! Empuja con tus hojas a Don vaso, que el agua que hay en él, al caer, refresque la frente de Damián y calme su sed….

Volvió ésta con ahínco sus hojas a mover y en uno de esos paseos, contra el Don Vaso chocó. El agua que había en él, cayó sobre el niño que en el lecho, se empezaba a perder.
Mojado su cuerpecito, su angustia un momento calmó y mirando a sus amigos, con llanto dijo su voz:

  • ¡Gracias! Mamá no me oye… Pero ahora se que, en esta habitación, no estoy sólo… Pues, os tengo a vosotros y os llevo en mi corazón…
 Y con una sonrisa tranquila, sus bellos ojos cerró.

Ventana…Puerta, Agua, Aire… Todos se movieron como si de un terremoto se tratase.  Pero, en la habitación de al lado, la voz de un actor, apagaba los sonidos de la desesperación.

Cansados… se pararon y miraron a Damián. Su expresión tranquila, les parecía gritar:

  • He visto vuestros ojos y boca y con mi imaginación, os he oído gritar: ¡Que no estoy solo si miro a mi alrededor!
 Y cuando al día siguiente, entraron en la habitación, sorprendidos descubrieron a Damián, durmiendo un largo sueño… ¡El de la eternidad!

Todo estaba revuelto en la estancia. Junto a la Puerta y la Ventana, un charco de agua había y ninguno se explicaban de dónde éste salía.

Mamá, en su desesperación, dijo que, las manchas en éstos, no tenían explicación. Dibujados sobre ellos, , cual de ojos y boca se trataran, se adivinaban formas que echas con esa agua, recientes, nadie se explicaban.
Y en el silencio de la habitación, sólo se oyó un pensamiento, que parecía gritar a los que estaban dentro:
¡Damián no estaba sólo, cuando se lo llevó el viento!

Dedicado a todos los niños que mueren solos en Hospitales, Colegios y el Mundo entero.

¡Gracias! A Maruja Arena, por la idea del cuento. Que un día, puso mi pluma en movimiento, para embellecerla.
                                          Fuenlabrada 02/08/1996

Annia Mancheño.








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