martes, 20 de septiembre de 2011

NIÑA ENAMORADA

                                 
Mi pequeña niña enamorada, que tus lagrimas derramas por un amor que no te correspondió; déjame contarte un cuento, un pequeño cuento de amor, que pueda endulzar hoy tu triste corazón.
Estaba oyendo música, cuando oía una canción. Hablaba de Príncipes y Princesas que con el beso del amor, de pequeñas ranas verdes, se convirtieron en bellos hombres y mujeres, con ojos como soles cuando juntaron sus corazones.
El tocadiscos sonaba, poniendo melodías  que  hacían  que el ambiente se impregnara, de todo el amor que en el cuento se definía.
Castillos en la playa, que dos almas enamoradas, formaban con fina arena que en la orilla del mar, esperaba, que el  abrazo  de  sus olas, con mimo las tocará.
Dentro de éste, ellos iban soñando su cuento de sueño de hadas. Su alegría era tanta; eran sentimientos tan intensos, que  hasta  para respirar les faltaba aliento.
Y seguían las melodías sonando en la habitación.
Su Castillo se llenaba de estrellas, que alumbraban  sus  corazones, que solo podían hablar, para pronunciar sus nombres.
¡ El cuento parecía tan real.... !
Dos Príncipes, dos enamorados, se encontraban entre ellas, convirtiendo su historia de amor, en la más hermosa que nunca existiera.
Y aunque solo sea un Cuento lo que te vine a contar, mientras oía éste, no  pude evitar pensar, en las lágrimas, que tus ojos por el amor, tus mejillas mojo.
Por esto, hoy te lo quise contar. Recuerda que en la vida, hay cuentos que se hacen realidad, son los cuentos que  se  viven  cuando un amor correspondido te llegue ¡Ten  seguro  que un dia te llegará!
Y los mil colores que consigo traerá, tu cara y tu corazón iluminaran. Será un amor, que se convertirá, en  el  más  hermoso milagro, que ningún Dios pudo crear, pues, solo el amor es capaz  de unir dos, almas en un solo corazón.
Así que  ve  a  la librería y cómprate un  Cuento  de  Amor y mientras que lo leas, de música se llenará tu corazón, antes de irte a descansar.
Después, despierta tranquila y recordando  lo  hermoso que es amar, espera con paz a que tu Príncipe, tu enamorado, venga a llenar tu corazón.     

Annia Mancheño

                                                                       

LA FELICIDAD, LLEGÓ EN UN TAXI



Anabel paseaba por la Gran Vía, contemplando los inmensos edificios con cristales multicolores, que ponían sobre Madrid, pequeños rayos luminosos en la tarde que caía lentamente.
Había sido un día agotador. Su trabajo, dejaba en ocasiones tan mal sabor de boca, que necesitaba la tranquilidad del día que se alejaba, para olvidar que una vida se había marchado, pero otras continuaban.
Estaba tan ensimismada en sus pensamientos, que no se percató de que alguien la llamaba, hasta que una mano en su brazo, la hizo volverse y oyó a un caballero que le decía:

  • Disculpe  señora, creo que la llaman a usted.

Dirigió la vista hacia donde éste le señalaba y... Fue entonces cuando diviso el taxi y asomado a la ventanilla...el rostro de él.

¡¡ No podía creerlo! ! Allí, estaba Fernando. Agitaba su mano, indicándola que se acercará y en su rostro, había una amplia sonrisa.
Se acerco despacio. Intentaba, en el poco espacio de tiempo que duraba el trayecto desde la acera hasta el taxi, tranquilizar su corazón, que latía apresuradamente.
Cada día le observaba y aunque apenas se habían dirigido unas palabras en el
Hospital, su calidad humana, simpatía y sentido del humor habían hecho que poco a poco, fuera naciendo en su corazón aquel sentimiento que tan profundamente se había aposentado en su interior.

  • ¡Hola, Anabel ! Ven, sube, te invito a una cerveza.

Subió despacio. El, con delicadeza, le extendió la mano para ayudarla y el sólo
contacto con ésta, hizo que su cuerpo se estremeciera. Una cálida sensación recorrió éste y temió que su cara reflejara la emoción que en esos momentos sentía.
Cuando se encontró sentada, a su lado, éste le indicó al taxista que continuara,
dándole  la dirección de un Pub que ella no conocía y volviéndose, le preguntó :

  • No te vi. esta mañana cuando pasé por tu sala. ¿ Acaso estas enferma y no has ido
            por esta razón a trabajar ?

Anabel, no podía creerlo. El, había  notado su ausencia. Claro que había ido, pero más tarde, ya que las dos primeras horas, las había tenido que dedicar a aquellos molestos análisis que le había mandado su doctora.
Sin mirarle a los ojos, pues temía que viera en ellos la confusión que sentía, le
contestó :

  • Si he ido Fernando. Lo que ocurre es que lo he hecho más tarde.

  • ¡ Ah ! Bueno.. No lo sabía.

Parecía confundido, cómo si de repente, al mirarla a los ojos, él se hubiera percatado, de la necesidad de verla a diario.

Recorrieron varias calles de Madrid.
Durante el trayecto, la conversación, resultó trivial e impersonal. Temas de trabajo... el tiempo... el tráfico... parecía, como si los dos, quisieran evitar cruzar sus miradas por miedo a descubrir en estas un nuevo sentimiento, desconocido para ambos.
¡ Por fin ! Allí estaba el Pub .
Resulto ser un Pub de estilo Hahwayano, con hermosas palmeras dibujadas en su entrada y luminosos rótulos, indicando el nombre : Hawuipar
Cuándo entraron, Anabel,  quedó encantada con el ambiente. Estaba decorado con múltiple paisajes de las Islas Hawayanas, con grandes cuadros que mostraban paisajes del mar, playas pobladas de inmensas palmeras y multicolores macetas repartidas con una exquisita elegancia por todo el local. El mobiliario, era de mimbre, y había enormes balancines y pequeñas butacas alrededor de las mesas.
Nada más entrar en el local, una preciosa muchacha ataviada con el típico traje de las Islas, le obsequió con un sencillo collar de papel y una flor y les acompañó hasta una mesa.
Fernando, tomando la mano de Anabel, le indico que se sentara en uno de los
balancines, junto a él, al darse cuenta de que esta pensaba hacerlo en una de las
pequeñas butacas de mimbre.

  • ¡ Ven !.  Aquí, estaremos más cerca para poder hablar.

Pidieron al camarero, entre sonrisas, dos confinados llamados Volcán y Néctar de los Dioses.
Cuando llegaron estos, envueltos en diminutas chispas y humo, producido por el
efecto del hielo sintético, Anabel comento sonriendo :

  • Ahora comprendo por qué lo llaman Néctar de los Dioses ¡trae estrellas con él !

Fernando tomó su mano y con una infinita ternura, le dijo:

  • Anabel, nunca pensé que tuvieras tanta imaginación. Cuándo se te ve atendiendo a los enfermos, ya se puede adivinar  que eres una persona muy sensible, pero nunca pude imaginar que fueras tan romántica.

Apartó su mano con la excusa de tomar un sorbo, consiguiendo con ello,
disimular el nerviosismo  que sentía cuando él la tocaba.
Continuaron hablando durante tres horas de infinidad de cosas, mientras que sus cuerpos callados, con el lenguaje mudo de los sentidos, se gritaban todas las
sensaciones que entre ellos estaban naciendo.

  • Fernando, tenemos que marchar a casa, mañana hay que madrugar. ¿No te parece?

Este la miró, y se aproximo durante unos segundos a Anabel, sus labios estaban tan cercanos a los de ella que durante un momento, pensó que iba a besarla y turbada se levanto apresuradamente.

  • Vamos,- dijo sonriendo. Si no, mañana, me dirás que yo soy la responsable de tus ojeras, y los hombres no os maquillas estas ¿ verdad ?.

El se levantó y cariñosamente le dijo al oído:

  • A veces, hay motivos por los cuales esas ojeras uno, desearía que nacieran todas las noches.

Emocionada, se dirigió a la salida mientras que este, pagaba la consumición al
camarero, que se había acercado al verles levantarse.
Ya en la calle, la suave brisa que soplaba, tranquilizó un poco sus nervios.

  • ¿ Te gustaría dar un paseo por el lago ? La noche está preciosa.

Había tomado sus manos, y la suave presión de estas sobre las suyas, hizo que
no pudiera decir que no. ¡ Apenas podía hablar !

  • Pero Fernando.... mañana....

  • Vamos Anabel, mañana será otro día. Disfrutemos hoy esta maravillosa noche. Nunca la había visto tan estrellada y tan hermosa desde que vivo en Madrid. ¡ por favor !

Tenía razón. La noche  estaba radiante. Una luna creciente parecía sonreírles desde el cielo, la ciudad parecía querer vestirse con un manto  de terciopelo negro, salpicado por diminutas gotas de cristal con destellos de plata. Esto hacía que se sintiera especialmente romántica esa  noche. El invierno, empezaba a marcharse. Los árboles, plagados de diminutas yemas que se convertirían en flores, daban a los parques ese tono primaveral que se adivinaba iba llegando.
Muchas noches sus ojeras, las ocasionaba el quedarse leyendo o escribiendo a los familiares que tenía lejos hasta altas horas de la madrugada. ¿Por qué hoy no podía hacerlo, disfrutando de la compañía de él? ¡ Mañana sería otro día !.

  • Esta bien,  vamos. Pero mañana no me digas que tienes sueño, dijo sonriendo, ¿ Vale ?

Sin decir palabra, la tomó de la mano y caminando lentamente, se dirigieron hacía el Parque de El Retiro que quedaba cerca.
Durante dos horas, estuvieron paseando y hablando de temas relacionados con ellos mismos.
Se sentía feliz. Él no había soltado su mano y así cogidos, una sensación de
confianza, se apoderó de ella.

  • Anabel, necesito decirte algo... Se había parado y mirándola a los ojos, con las manos cogidas, se acerco a su cara.

  • Yo...yo...

Cada fibra de su cuerpo se puso en tensión, al tener tan cerca su rostro.

  • Fernando....

  • Anabel.. yo...

No escucho más. Los labios de él, se habían posado suavemente sobre los suyos.
Cerro los ojos y se dejó llevar por la sensación que la inundaba en ese momento.
Su presencia, penetró en cada rincón de su ser. Despertó cada sentido de este y en silencio murmuró las palabras más hermosas que cualquier enamorado hubiera sido capaz de pronunciar.
Apenas fueron unos minutos, sin embargo, estos se convirtieron en una eternidad que hizo que su corazón rebozara de ternura.
 No dijeron nada. El lenguaje de los besos había hablado por ellos y todo un mundo de esperanzas se había abierto delante de sus ojos.

  • Vamos, -dijo con ternura Fernando-, con una sonrisa en los labios y la mirada. Mañana tenemos que levantarnos temprano para trabajar, ¿recuerdas? Mi apartamento está cerca...

La pregunta quedó en el aire, como si sólo el hecho de pronunciarla, pudiera romper, todo la magia del momento.
Sin embargo, sus ojos esperaban ansiosos y llenos de esperanzas la respuesta de
ella.
Le miro a estos y en ese momento descubrió que en ellos existía el mismo amor
que en silencio ella había guardado y que fue naciendo durante el tiempo que llevaban trabajando juntos.
Sonrió y acariciando levemente su mejilla le dijo:

  • Vamos Fernando. Pero por favor, aunque estemos cerca, tomemos un taxi. ¿vale? Al fin y al cabo, uno nos trajo hasta aquí. ¿No crees ? y sonrió

Annia Mancheño

EL CHUPETE QUE VOLVIÓ



Iba andando Don Chupete hacía la casa de Don Petete, iba moviendo su aro para mostrar su enfado. Con Don Petete se encontró, y casi del tropezón se cayó…

  • Cuidado Don Chupete, ¿ Por qué estas tan malhumorado ? ¿ Dime amigo, ¿ Qué ha ocurrido que vienes tan enfadado ?  Y la niña que te llevaba, ¿ Dónde te lo has dejado ?

  • En casa con sus papá. A estos le oí hablar, y entre ellos discutían si para Ana María, era ya conveniente mi compañía...
María decía que si, Vicente decía que no... Al ratito de la discusión, los dos decidieron a la par, que de la habitación de Ana María me debían ya sacar...

  • ¡ Me dejas sin hablar ! Y que pasó más...

  • ¿Y dónde lo ponemos ? - preguntó su mamá,- Ana María es muy lista y seguro que lo encontrará. Quizá lo mejor sea esconderlo en un rincón, contesto su papá y allí dejarlo guardado hasta que la niña se haga mayor.

  • ¡ Vaya situación ! ¡ Toda la vida encerrado en un rincón ! Ahora comprendo porque estabas tan enfadado. Y ¿ Qué contestó la mamá ?

  • Yo asustado, no espere la respuesta de mama. ¿ Te lo puedes imaginar ? Metido en un rincón sin salir a pasear, sin ver el sol, sin dejarme por el viento acariciar, sin las caricias de José Manuel cuando nos vamos a acostar. Por la ventana salté y hasta aquí pude llegar. ¡ Ahora ya no se que hacer ! ¡ Ya no tengo hogar !

Don Petete contempló  a Don Chupete con pena. El lo podía entender. Sabía como quería éste a Ana María. ¿ Cómo era posible que mamá María y papá Vicente de él se quisieran librar ? Seguro que si hablaba con ellos,  alguna solución, podrían encontrar.

  • Ven, tengo una idea. - Y diciendo esto a Don Chupete del aro cogió-Vamos a tu antiguo hogar.

  • No, no, seguro que me esconderán en un rincón

  • ¡ Vamos ! No seas cobardica.

Don Chupete con cara mohína, se dejó por este llevar.
Cuando estaban llegando a las puertas de su antiguo hogar, desde el jardín unos llantos se podían escuchar.
Don Chupete alarmado a Don Petete comentó :

  • ¿ No la oyes ?

  •  ¿ Qué ocurre ?

  •  ¡ Es Ana María ! ¡ Está llorando ! ¡ Vamos ! aprisa. Tengo que llegar hasta ella. - Y sin esperar respuesta, por la ventana del salón se coló.-

Cual no sería su sorpresa al oír a mamá María y a Papá Vicente diciendo a Ana María:

  • Vamos, no llores mi niña, seguro que Don Chupete volverá. No comprendemos que ha pasado, pero si ha salido un momento, seguro que alguna razón tendrá.

  • Pero, mamá, Don Chupete, ¡Era mi amigo ideal ! Cuando mis lágrimas brotaban, me acariciaba y mi sonrisa hacía brotar. Cuando el sueño se negaba a acudir a mi camita, él siempre estaba allí y jugábamos un ratito, hasta que el sueño quería venir.Ya se que últimamente, le tenía un poco abandonado, pero no era porque no le quisiera ya, lo que ocurría, era que como es tan blandito, sin quererlo, le podía dañar. Por esto, yo pensaba presentarle a Don Pepón, ¡ mi osito de peluche ! Para que con el pudiera jugar y durante la noche junto a mi, los dos pudieran estar. ¡ Porque durante el día, ya no le podía atender ! Sabéis que al colegio no le puedo llevar. Además, yo estoy creciendo y era hora, de que conmigo dejara de salir. Quería que tuviera otro amigo para que se pudiera divertir.

Mamá María y papá Vicente, se miraron los dos. ¿ Les habría oído hablar Don Chupete de guardarlo en un rincón ?
Cuando iban a decirle a Ana María, lo que quizá ocurrió, éste dijo con tristeza:

  • Ya no está. ¡ Don Chupete se marchó !
De pronto, Don Chupete, delante de ella se plantó y moviendo su arito con alegría esta vez, le gritó con su vocesita a Ana María:

  • ¡ Hola, hola ! Estoy aquí. Mira, soy yo. No me he ido. ¿Me presentas a Don Pepón ?
 Viendo la escena final, Don Petete no entró, se dio la media vuelta, y a su casita marchó.
Desde entonces Don Chupete, ya no va colgando del cuello de Ana María. Ahora cuelga del cuello de Don Pepón y juntos mientras ella estudia,  juegan en la habitación.



Annia Mancheño




                       
                        

PRECURSOR DE LA ENSEÑANZA




Sentado debajo de un olivo
contemplas el campo y su templanza,
absorto en recuerdos que han crecido
a golpes de días que pasaban.

Rezuman perfumes con colores
de voces infantiles que no callan...
Maestro... ¡ Hoy no hice los deberes !
¡ Madrid, es la Capital de España !

Retoños que crecen impetuosos
al ritmo fecundo de tus palabras.
Joviales cuchicheos entre pupitres
navegando al son de tu mirada.

Tú dejas tu huella sobre olas
dibujadas sobre el libro de bitácora,
pintando con trazos de futuro
prosperas y apremiantes enseñanzas.

Prodigas con tu voz lanzada al viento
perpetuas semillas para el mañana,
que harán que sobre la orilla de la vida
mil hombres y mujeres su corazón abran
al mundo del saber... ¡ A la esperanza !

Las olas de tu barco están bordadas
con manantiales de sabiduría llana,
que guardas en tu mente, escondida
ansiosa de encontrar un alma blanca.

Fecundo fue siempre tu crucero,
Maestro, precursor de la enseñanza.
No sueltes el timón de tu velero...
¡ El mundo necesita tus palabras !

Perenne en la mente de tus hijos,
los hijos de tus fecundas palabras,
vivirán navegando hacia el futuro
remando con preguntas y añoranzas,
de aquel que un dia en su niñez,
puso en su corazón las palabras...
Maestro... ¡ Enséñame para el mañana !

Ahora que sentado rememoras
recuerdos que asedian tu vida andada,
no olvides que tu barco aún lleva
como bandera una frase :
¡ ENSEÑANZA



DEDICADO A TODOS LOS MAESTROS QUE HOY EN DÍA, SIGUEN LUCHANDO PARA QUE LA EDUCACIÓN,  SEA, UN DERECHO ADQUIRIDO, SIN NINGÚN TIPO DE RECORTES, YA QUE ÉSTA, SON LOS PILARES DE UN FUTURO, DONDE LOS VALORES DEL SER HUMANO, ADQUIRIDOS CON ELLA,  PREDOMINARÁN POR ENCIMA DE TODOS LOS INTERESES POLÍTICOS. 

Annia Mancheño

miércoles, 14 de septiembre de 2011

¡QUÉ DIFÍCIL SER PADRES!



Cuando Paloma colgó el teléfono, no pudo evitar sentirse triste por su amiga Marisa.
Últimamente, demasiado frecuentemente, sus conversaciones,  rondaban en torno a los desacuerdos que tenía ésta con sus hijos, en todo lo relacionado con la educación de éstos. Sobre todo ahora que Alberto, se negaba a continuar sus estudios, queriendo dejar estos, para dedicarse a, contrariamente a lo que querían sus padres, el mundo del motor. Le apasionaban los coches. Y lo que realmente quería estudiar, era, cómo arreglar estos.  Su ambición era, tener un día su propio Taller de reparaciones, y con el tiempo, convertirse a nivel nacional, en un experto especialista, en modelos antiguos de colección. 
Ésta, tenía a menudo, demasiados encontronazos con él.  Alberto, no estaba dispuesto a seguir estudiando la Carrera Universitaria de Periodista que, había empezado hacía dos años. Desde pequeño, había dado muestras de ser muy inteligente y sobradamente capaz de llegar a ser un gran comunicador, con extensas cualidades para expresarse mediante la escritura. Era observador, elocuente en sus razonamientos y un gran orador. A pesar de su juventud, solía ser muy equitativo en sus reflexiones, ante cualquier hecho social. Por esta razón, ella siempre pensó que, Alberto  sería un gran Periodista. Y de ahí su enfado con éste.
Marisa, por falta de medios económicos, no pudo llegar a acceder a dicha formación nunca y en su afán de que a sus hijos no les pasara lo que a ella; había invertido gran parte de su vida, en procurar que todos ellos, tuvieran la oportunidad de estudiar una Carrera Universitaria. 
En el fondo ella sabía que Marisa, quería que sus hijos,  tuvieran todo lo que ella no pudo tener o ser.
¡Los hijos! ¡Sus hijos! La grandiosidad de la expresión ya de por si, la hacía sentirse emocionada.  Máxime, en ese momento, en el cual, era conocedora de cómo su amiga, sufría por este tema. ¡El futuro de su hijo!
A ella, en concreto, le gustaba pensar a menudo, si la educación que intentaba dar a sus propios hijos, era la acertada; si sus ansias de que consiguieran aquello que ella deseaba, era la apropiada para ellos y sobre todo si del mismo modo que ella, cuando tenía sus edades, y ansiaba que sus propios deseos y aspiraciones, fueran tenidos en cuenta, lo respetaba en sus hijos.
 A veces, se planteaba si,  era  en ocasiones, en el fondo, sus deseos,  no era un fraude sentimental, inconsciente, cuando se trataba de ayudarles a orientar sus vidas.
 Según iba aprendiendo a lo largo de su vida; tras muchas conversaciones con sus amigas sobre el tema,  como, con las más sutiles formas de presión psicológica, caminaban a veces los deseos de los padres, canalizados a través de los hijos, escudados  con emblemas de aspiraciones en honor de estos, negando la evidencia de lo más evidente; el afán de conseguir y luchar, basando la lucha en el bienestar de estos, por lejanos sueños que quedaron frustrados en el propio camino personal.
La dificultad personal y atrevida-mente sincera, realmente estaba en, sin caretas de maternailismos ni paternalismos, llegar a ser conscientes de la manipulación involuntaria de sus vidas a favor de las  propias, en múltiples ocasiones de esa manera inconsciente.
Realmente, resultaba una ardua tarea, educar sin equivocaciones, ya que no eran Dioses, para saber en todo momento, si era licito o no volcar en ellos todos sus proyectos de vida, haciéndoles participes y responsables de estos, de una manera involuntariamente obligatoria, bajo la excusa del único futuro que ella veían  como válidos para su caminar, ya que nadie  le puso el día en que sus ojos se abrieron a la luz, un manual que les indicara cómo y cuándo el fin primordial , las prioridades en sus vidas son aquellas que uno mismo ve como factibles o lo que ellos, llegados a esa edad en que empiezan a tener sus propios criterios, asumen como válido e importante.
Como todos los padres, tendía por lo general, a olvidar a menudo que un día ya lejano, también tuvo  16, 17, 18, años y luchaba por ser oída, respetada y valorada, como ser independientes; fuera ya del seno materno-peterno, a nivel pensamiento y deseosas de cometer sus propios errores, aún envueltas en mares de dudas y con  la dudosa certeza ajena de la equivocación, pero dispuesta a luchar por aprender de los errores personales y no de los de sus amados padres.
En ocasiones, los padres, no evolucionaban simultáneamente al paso de los años y la vida, hacía una educación en libertad personal, de una manera vital hacía las necesidades de los hijos, sino que desaprobaban una provocadora y entramada acción de incomprensión intolerante y desfasada contra sus realidades y las suyas.
Paloma sabía que, sólo en virtud de el propio conocimiento de si mismas a nivel interior, podría percibir de forma concreta y sincera, cuando en la continuidad diaria de la educación de sus hijos, la búsqueda de el bien social y personal de estos, no entraba en conflicto con sus propios deseos y fracasos personales; edificando sus propias vidas sobre una base de realidades equivocadas o erróneas, por no ser estas sus metas, sino las suyas propias.
Indudablemente, sabia que, todos los padres, creían tener un creciente sentido común, según adquieren experiencias a lo largo de la vida, para educar a sus hijos; sin embargo, también sabia que, era necesario en cada decisión importante referentes a sus vidas, plantearse la autenticidad de sus motivos y motivaciones, para que no pudieran regir jamás en estas, durante la guía de sus vidas, sus propias e involuntarias frustraciones o sueños anhelados, con el fin de no equivocarse y ayudarles con todas las fuerzas que el amor es capaz de aportar, en la ardua y difícil tarea de ser ellos mismos y ellos sus apoyos incondicionales, sin desviarse nunca de la esencia que guiase sus actos y actitudes maternos-paternales.
Creía que, la mejor manera de ayudar educándolos,  era conociendo sus reacciones y emociones propias siempre, ante sus propios deseos para con ellos, indagando en su interior, si el afán de que  sus vidas se convirtieran en aquello que pensaba debían  ser, no era igual o equivalente a lo que ella hubiéramos querido ser o conseguir, sin valorar las virtudes autónomas que cada uno de ellos poseían por si mismo.
Ser padres, jamás debía suponer ser propietarios y juez de sus hijos; sino por el contrario, convertirse en sus más fieles aliados a la hora de estimular sus valores y ayudarles en sus ansias de ser auténticos, libres y seres independientes, en el respeto mutuo que debe crear el amor. 


                                      Annia Mancheño

MI QUERIDA AMIGA: ¡NO CAMBIES! ( A mi gran amiga Mª Carmen desde hace 28 años))

 Mi querida amiga:
Hace apenas unos días que nos hemos visto y ya te echo de menos. Me pides que, escriba algo para ti. Pues bien, aquí lo tienes. Desde la distancia, que une la tranquilidad de un  Mar, en calma, con la vorágine de la gran Ciudad, cuna de la Capital de la Cultura. ¡Es mi regalo! Te lo mereces…Por eso, lo hago públicamente. 
Te imagino en tu mesa, con los folios, el bolígrafo, tu libro de Control de Personal, tu móvil del trabajo, un cafelito…
Se que te gustan más las cartas manuscritas, así que, a pesar de que últimamente no lo hago demasiado a menudo, ya que incluso sin quererlo, a veces nos introducimos en esa cadena febril del consumismo y con lo que más escribo las cartas es con el ordenador, me he permitido el placer de plasmarte sobre el papel y no la pantalla de cristal, fría e impersonal, unas palabras, las cuales en tu honor, he dibujado con una pluma y tinta, que saco sólo en ocasiones especiales, a pesar de que la plumilla está un poco despuntada.
Te recuerdo como siempre.  Independientemente de  físico perecedero que muestra la imagen momentánea y circunstancial del ser; se adivina en tus ojos,  tus perfiles interiores, el derroche de sensibilidad que puebla tus sentimientos y esa concienciación humana que te permite fundirte con las necesidades y problemas de los demás, permitiendo que todo lo ajeno se convierta en tu pensamiento en algo cercano, intimo e importante.
Son imperecederas tus ansias de ahondar cada día en tu yo susurrante, que te anima a no perder esa humanidad e individualidad personal y aceptada; como ser consciente de sus limitaciones y sus fuerzas, sin perder nunca el tesoro de aceptar la trayectoria de tu vida, siendo tal y como eres y deseas ser, independientemente de todos los roles sociales que nos quieren imponer a la cadena humana,
Tu voz, desprende sosiego cuando me aconsejas como amiga;  cobijan tus palabras a la ternura y como un sortilegio, serenamente, me aportas la devastadora fuerza positiva que arrasa y levanta en vuelo los miedos, las tristezas, la melancolía de los momentos tristes.
¡No te bajes del mundo,   nunca mi querida Mª Carmen! A pesar de que éste parezca desplomarse, minado por la individualidad materialista. Necesitamos personas que como tú, sigan sumergiéndose en la imperecedera fuerza de la creencia en  los valores humanos, a pesar de que el trayecto por esta vida en ocasiones, pueda resultar encrespado y espinoso. ¡No te bajes nunca de mi mundo!
Deja que el recuerdo aromático de los buenos momentos que pasamos y seguiremos pasando, alimente tus ansias y las mías de seguir adelante, de estar siempre ahí, la una para la otra y con mi  pluma, cómplice con tu amistad y un folio, vuele sobre éste y siga siendo el constante trovador popular que cante a los sentimientos en la plaza de la vida, anunciando los valores de la amistad, tu amistad.
Sigue enseñándome, con ésta, como trazando los perfiles de tu personalidad, viendo más allá de lo inmediato, me aportas esa formidable luz de la sabiduría interior, que alumbra tus pasos.
Gracias a tus palabras, sinceras, cuantas veces, pasaron al olvido, aquellos que con sorna, se pierdan en la sórdida riqueza de lo superficial, sordomudos a todo aquello que no sea tangible y cuerdo; que se duermen en la ignorancia, ante la plenitud de la grandiosa paz del compartir la esencia humana.
Mi querida amiga: ¡No cambies! Sueña cuando sea necesario y despierta a la belleza de los sentidos en cada momento y no dejes que el dolor del mundo, gangrene la herida que pueda provocar en ti la soledad, en el corazón, cuando no te comprendan o las injusticias te rocen. Bombea con fuerzas, aunque el sudor del esfuerzo cubra tu frente; que el latido de éste, cicatrice cada día las fibras que lo envuelve y recorra tus venas el precioso líquido de la alegría, poniendo sobre el horizonte de tus labios una sonrisa. Esa que tan amorosamente, me has regalado durante estos años, junto a tu amor.
Un fuerte abrazo preciosa.
Con todo mi cariño y amor:


Annia Mancheño