lunes, 20 de agosto de 2012


NANA PARA UN PAJARILLO


Amanece el día. Todavía desperezándose, el sol retira sus mantas, para desplegar sus rayos sobre la tierra.

Desde la ventana, observo el lecho donde se encuentra, escondido entre suaves pompones de algodón.

Hay quietud en la ciudad. Todos duermen, envueltos en sueños dorados, que van almacenando en la mente. Bellos recuerdos, que recargaran las pilas de la vida, para empezar la jornada.

Y es entonces, cuando te oyen mis oídos. Un piar insistente, puebla el parque lleno de pequeños arboles, como tú.
Te busco con la mirada, y con pasitos cortos, te veo caminar entre ellos. Desde la distancia que estoy, solo puedo entrever tu silueta, negra como el manto que cubre el cielo, y pequeña, como la estrella que haya en el infinito se divisa.

Pareces llamar a alguien. ¿ A quién ? ¿ Quién eres ? ¿ Qué quieres ? ¿ Por qué paraste tu vuelo ?
¿ Acaso, buscas consuelo ?

Quizás, estas como yo, disfrutando de la quietud que trae consigo el día que pronto empezará.

·         ¿Cómo te llamas ? No conozco tu trinar. ¿ Dónde te has ido ? Perdí tu vista, mis ojos ya no te pueden divisar.

Vuelve el silencio. Solo se oye, el tic - tac del reloj . Dejo que su ritmo alegre, se acompase con los latidos de mi corazón.

Tic - tac , tic - tac

·         Dime pajarillo : ¿ Dónde estas ?
Luna que miras, ¡ Búscale ya !

Tic - tac, tic - tac

·         Cuéntale un cuento
que vuelva a dormir
si está solíto,
tráelo hasta aquí.

Tic - tac, tic - tac

·         En mi regazo le meceré
con una nana,
le dormiré

tic - tac, tic tac,

·         Quizás sus alas
alguien rompió
deja que estas
mis manos sanen
con el amor.

Tic - tac, tic - tac

·         Sigue el silencio. Pajarillo, tú ya no estas. ¡ Te has esfumado en la oscuridad !
Tan solo espero, que haya donde te puedas encontrar, vuelvas tus trinos a entonar.

El sol dormido entre bostezos despertará, y con sus rayos, poquito a poco, tu caminito iluminará.

Habré tus alas y vuelve a tu hogar. En el parque hace mucho frío. Según han dicho, ¡ Va a nevar !

Si estas perdido, ven junto a mi, te haré una cuna con mis sonrisa para dormir.

Los dos juntitos, acurrucados, de este silencio disfrutaremos y con los guiños de las farolas, con sombras chinescas sobre la pared, un cuento entre dibujos hemos de hacer.

Ven pajarillo, vuelve a piar, que mi momento con ese sonido, se llenó de paz.

Annia Mancheño

jueves, 16 de agosto de 2012

A SOLAS!!!



A solas…. 

Maira cerro lo ojos un momento… Vulnerable era el instante, paradójicamente, el verso hería su mano, otorgándole el descanso que libremente buscado y ansiando, mediaba entre la inherente emoción que embargaba su corazón y la necesidad de expresar aquello que pedía su alma gritar.

Su premisa era ese descanso, sin embargo, confluían en su mapa  de sentimientos, la evocación de las emociones que vagabundeaban por sus pensamientos, en búsqueda constante del esperado encuentro, con el enfoque de un despertar nuevo, a pesar de la complejidad de su agotada humanidad.

Y así, a solas, enredada en el silencio,  dejó que su mano, volara sobre sus deseos, desplegando sobre el manto de los versos, todo aquello que percibía, mientras su voz dormía y en el grito de lo sentido, vestía el instante de Poesías que le devolvían, la paz a su día.

Estaba cansada… 

Pero… ¡Vivía! Y la vida era colores… De tristezas y Alegrías.

Annia Mancheño

martes, 14 de agosto de 2012

MINI RELATOS


DEL NACIMIENTO A LA MUERTE


Silencio. Navegando hacía la Aurora. La nada.
Semilla en un río de aguas templadas, dejando atrás polvo de sombras.
Río arriba, suspirando al compás de las olas que amamantan.
El aire del amor, roza las velas, que palpita con rítmico tictac, como un reloj.
Y empieza la travesía hacía el destino, con rumbo indefinido, sin ancla ni timón.
El viaje, tiene varios puertos a la vista. Etapas que avanzando pasarán.
Niñez, adolescencia, vejez.
Del silencio al estruendo. Del estruendo al mutismo, navegando de nuevo hacía el silencio en busca del esperado fragor, del silencio muerto.

UN SEGUNDO DE ÉXTASIS

El fuego de él, le quemaba. Las llamas, recorrieron su cuerpo y en un instante, un segundo, explotó cada rincón de su fortaleza, dejando cenizas blancas dentro de ella.

AMOR SIN FUTURO

La pasión, era el precio. La soledad, la mercancía. El mañana, un futuro de lágrimas. La otra, la flecha envenenada de la vida.

LA FAMILIA

El, ella. Dos átomos fundidos. La siembra. La cosecha. El fruto recogido.
Ellos, ellas. Brisas liberadas. Células multiplicándose. Principio y fin.
Meta por la humanidad marcada.

EL ADIÓS

Surcando las palabras del adiós, fue sembrando en su memoria los momentos pasados. Después, cuando él se marchó, batiéndose en duelo contra la lágrimas, secó la lluvia sobre los cristales de su alma y dijo a su pensamiento:  La vida sigue. Enciende los rayos del sol de la esperanza.

CANSANCIO

Recorrió las calles. Buscó el calor. Sobre superficies de desperdicios, entre cartones,  volcó sus miembros cansados impregnados de humanidad vacía y en soledad le dijo adiós a la vida.

NANA SILENCIOSA
  
Suavemente, con un vaivén de olas, mecía sus prodigios.
Tenuemente, como un  batir de alas, sus párpados se cerraron y una media luna, iluminó el horizonte al sur de su rostro.
Avanzando, al rítmico compás del tictac de su corazón, le llevó hasta su aposento nocturno. A contraluz, le miró una vez más. Su capullo de rosa, navegaba hacía un espacio sideral, donde la paz del sueño, reinaba rodeado de legiones de inocencia. Ella, era su vigía. Sus brazos, el velero. Su corazón, las velas de su barca.

LA MAR  EL MAR

Aquellos ojos, le robaban la tranquilidad, aportando a sus noches, sueños de felicidad eterna que se desvanecían con la luz del día.
Se propuso conseguir la mar, que habitaba en ellos y echándole coraje a la vida, la invitó a salir una noche.
En la alcoba, a oscuras, después de unas copas de más, descubrió, que la mar encerrada en aquellos ojos, no era el sueño de sus noches, y antes de que se despertara el día, supo que a la mar, también se le llama. ¡ el mar!

LA VUELTA

Cuando le explicaron los riesgos, no puso ningún impedimento a la operación. Sólo dos días más, y sabría si su vida, iba a seguir teniendo un destino o por el contrario, una meta final próxima.
Se despertó entre tinieblas, y en los ojos de su marido, descubrió, que su camino, aunque tortuoso durante un tiempo, seguía teniendo un horizonte claro. Aquel monstruo que se multiplicara día adía, dentro de sus senos, había sido exterminado  y retirado de sus cuevas. Una vez limpios los alrededores de estas, de las raíces de su esencia, habían sido anuladas.
Sonrió y mirándole dijo:
Hola cariño. ¡Ya he vuelto!
Y él contestó:
Para mi...  ¡ No te habías ido todavía ¡

 EL RECONOCIMIENTO
  
Enfilando la calle Atocha, sin querer mirar, las sombras que habitaba los portales, cobijadas entre cartones, arrastraba los pies, como cada noche, intentando eludir el resquemor que recorría sus pensamientos.
Siempre, había sido un niño apocado y torpe, incapaz de realizar actividad alguna, que gozara del reconocimiento de su madre.
Ahora, cada día, al darle el sobre con los honorarios, por sus noches en vela en el hospital, recibía de ella la felicitación tardía, que añoró durante tantos años.
Dejó de pensar. Había llegado a la calle principal. Abrió su cazadora, dejando al descubierto su camisa, abierta hasta la cintura. Se despojó de los últimos restos de repugnancia interior que le salpicaban y delante de un minúsculo espejo, se maquilló aquellos dos trozos de cielo que adornaban su mirada.
Luego, esperó. La noche era larga, pero la zona, estaba muy concurrida.

UN SUEÑO DE LIBERTAD

A cambio, del tiempo que dedicaba a cuidar a aquella anciana, le proporcionaban techo y alimento y una cantidad simbólica, pero importante, al cambio en su país de origen.
Una tarde libre a la semana, le permitía poner el giro una vez al mes y respirar el aire de Madrid.
Un día, a la vuelta de una esquina, su pulso se aceleró. Dos policías, paraban a los transeúntes, para examinar, el Documento Nacional de Identidad de estos. Quiso darse la vuelta, pero ya era tarde.
La llevaron a una comisaría, donde permaneció cuarenta y ocho horas y desde allí, la trasladaron en un furgón, acompañada de cuatro jóvenes más, hasta el aeropuerto, donde quedó en tierra, al despegar el avión, sus sueños de libertad... ¡Sin billete!

EL REFLEJO

Cuando la vio delante de él, pensó en oscurecer su rostro, con el fin de no mostrar, aquello que tanto apesadumbraba su mirada. Pero, la inmovilidad ha que había sido sometido con aquel bañó de plata, hizo imposible la acción.
Devolvió el reflejo y una vez más, contempló desolado la huella del dolor en las pupilas de ella. La cicatriz, enrojecida, cruzaba sus mejillas, implacable, aportando a su imagen joven y lozana, el sello de la desgracia acaecida.

EL ENVIO
  
El vestíbulo del hotel, estaba vacío. Caminó hacía los ascensores, apresuradamente, mientras leía el número de la habitación en la tarjeta que le habían dado.
Golpeó la puerta. Esta, se abrió y unos ojos lascivos y lujuriosos, miraron por encima de sus hombros, temerosos de que se hubieran oído los golpes. Dio un paso adelante, al tiempo, que su brazo, era aprisionado por lo que le pareció un garfio, con una fuerza mayor que la de su resistencia interior.
Respiró hondo y pronunció las palabras esperadas.
Madame Rospier, me envía.

LA COPA


  
La gramola, sonaba con un leve chirriar de fondo.
El local, apestaba a alcohol y humo y sobre la mesa, un vaso vacío, gritaba su deseo.
Quiso levantarse, pero sus pies, eran lozas de granito tallado con formas sinseantes.
Miró la puerta, y durante un segundo, pensó en emprender de nuevo, el camino de vuelta. Pero este, estaba cubierto de surcos, anegados de mentiras, violencia, desamor y falsas promesas.
Con la voz quebrada y las palabras enredadas en una lengua pastosa, envuelta en el hedor  del alcohol, gritó levantando la mano:
Camarero, otra copa.


SU DESTINO

Engendrada, en una noche de pasión sorda y ajena al amor, había llegado al mundo.
Tras, una ardua tarea de lucha contra su autoestima, de la cual salió vencedora, creció entre incertidumbre,  con una febril obsesión por conocer, la cuna de su primera esencia, fuera de aquellos muros, donde habían internado su existencia.
Salió por la ventana, sigilosamente, desprendiéndose una vez fuera, de aquel distintivo con cuadros  grises, que envolvía su cuerpo, tapando con líneas rectas las inevitables curvas, que iban dando forma a su adolescencia.
Después de muchas pesquisas, noches envueltas en desorientación y ayunos forzados por el vacío de sus medios de subsistencia, encontró su destino frente a ella. Sólo una palabra. Una y tomaría este, devorando cada segundo que tardara en abrazarlo.
Estaba sentada, en un banco, de espalda, observando como jugaban los niños.
Se acercó y tocando su hombro pronunció la palabra que quemaba en su boca.
- ¿Madre?
-   Si. ¿decía Ud. algo? Perdone, no puedo atenderla, mi hija, se ha caído.
Se quedó allí, helada, con la mirada pérdida en su silueta, que se alejaba, y en la garganta un grito paralizado:        ¡¡Madre!!


SU DIGNIDAD

Ya no podía más. La anulación, eran ahora el único equipaje por su viaje por el amor.
Había fraguado en su mente, cada detalle del encuentro.
El encontronazo era inevitable.
Hojarascas de sentimientos, iban cayendo sobre su corazón, desprendidos del fugaz encuentro con el ayer. Sin embargo, la nada del presente, tejía en torno a ella, una telaraña de desamor, donde se enredaban sus ansías de volver a empezar.
Ya no existían para ella, orilla, ante las tormentas. Ya no navegaban sus deseos, ahogados por la desidia de sus continuos olvidos.
Él, se acercó sonriente y satisfecho, dueño y señor de su ego, alabado por los vasallos de su prepotencia. Pero, al llegar hasta ella, al mirarla a los ojos, algo en estos, hizo que su sonrisa, se congelaba, petrificada, durante la danza que había iniciado. Las estrellas, que antes, brillaban en ellos, sólo para él, ya no lo hacían y la noche, fue introduciéndose por todos los poros de su cuerpo.
No hicieron falta palabras. La miró. Le miró.
Dándose la vuelta, se marchó, en busca de otro ave de presa.
Ella, al verle marchar, supo que la luna de sus noches, volvería a iluminar, los dos balcones de sus ojos y la lágrimas, aquellas lágrimas que habían fraguado la temida despedida, convertidas ahora en pétalos de esperanzas, emanaban el perfume de la dignidad.

SIN CADENAS

Veía acercarse el túnel. Las penumbras del camino, le asustaban. Cerca de él, de los rostros, manaban lágrimas de tristezas, que pintaban la huellas de su paso por el túnel, de negro azabache, y los sonidos del desconsuelo, retumbaban en sus oídos, como trompetas , que lazarán al viento, sinfonías amargas.
De pronto, se hizo el silencio. ¡Nada!
Un instante después, una luz, cegó sus pupilas cubiertas. Al final del túnel, un manto blanco, extendía sus bordes hacía él.
Levantó su espíritu, dejando atrás, las cadenas que ataban su existencia allí, y como un pez en el agua, nadó, hacía la entrada de la suprema insensibilidad.
Las huellas de sus pasos, ya no eran negras. El silencio, cubría sus sentidos. Los rostros se habían esfumado, y las lágrimas, eran ahora perlas que danzaban a su alrededor, cubriendo su ser de una paz inmensa.
ILUSIONES MOMENTÁNEAS
Tendida, con los brazos cubiertos de pústulas malolientes, y una jeringuilla como almohada, miraba la blanca luna. Pero la luna, ya no era blanca. Teñida de gris ceniciento, le mostraba la mueca del estigma de su destino.
Salpicaduras, semejantes a lágrimas, empezaron a surgir a borbotones de sus pupilas, y fue entonces, cuando envuelta en la cascada que creaba su amargura, se dispuso a dormir el sueño eterno.
Cogió la jeringuilla e introdujo, por una pequeña vía de piel, aún transparente, el blanco y preciado liquido hasta el final, inundando éste, delicadamente, e iluminando, cada rincón de sus tinieblas, con su humedad.
Después, desnudó a la Luna, de su mueca, dibujando sobre ella, con trazos de color plata, oleadas de felicidad efímera.
Se enroscó sobre si misma y batiéndose contra el frío, que recorría cada fibra de su ajado cuerpo, rezó una plagaría. Y, como vino al mundo, sin nada, envuelta sólo en su existencia, dejó que un sueño, plagado de frutos del Edén y néctares de inconsciencia, mojara todos sus sentidos.
Había exterminado su vida, naufragando, en un mar de ilusiones momentáneas.

 UN SUEÑO CUMPLIDO

De rojo carmín vestía el cielo. Sobre éste, los sueños de Anabel, volaban libres. Él, se acerco y despacio, rodeó su cintura. Paso a paso, marcharon hacía el habita de las realidades. Una vez allí, él, fundió su esencia con la de ella, y una explosión de vida, inundó las profundidades de sus entrañas. El cielo, coronado, por una luna, vestida de plata, se fue tiñendo de negro, dando paso, suspiro a suspiro, a un azul, moteado de blanco y oro, sobre el cual, los sueños de Anabel, ya no volaban. Andando, avanzaban hacía la sensibilidad inexplicable.

LAS IMÁGENES DEL DOLOR

El objetivo de la cámara, captaba las imágenes, de una manera fría e impasible. Sin embargo, mis dedos temblaba al presionar el disparador, ante aquellas cuencas profundas, donde el blanco de los ojos, se perdía envuelto en miradas implorantes.
Existía en ellas, dolor, tristeza, añoranza, vagando por el espacio que nos separaba, esperando que de una manera mecánica, pusiéramos en aquellas manos diminutas, algo con que alimentar sus desnutridos cuerpo.
Me acerqué, con una chocolatina entre los dedos, esperando encontrar  una sonrisa que me mirara, a la altura de mi cintura, para borrar todo el horror, captado en aquellas imágenes, pero esta, no nació. Ya estaba muerta, antes de ver la luz de su futuro.

LA BATALLA

Llevaba navegando de una página a otra, desde hacía seis días.
El hambre, la sed y el cansancio, devoraban su cuerpo, sin embargo, sus dedos se negaban a dejar de bailar sobre el ratón, y el teclado, en busca del final de la tecnología.
Gotas de sudor, recorrían su frente, y cuando con un ataque de histerismo, creyó que por fin, no existía ninguna página más, que explorar, un súbito puñal, perforó su pecho, haciendo que su garganta, se cerrara y su corazón, enmudeciera lentamente, delante de su contrincante.
Había perdido, la batalla entablada, contra la Informática

LA ULTIMA ESPERANZA

El vaivén de las olas, hacía bambolearse a la Patera.
Acurrucada, empapado el cuerpo y el alma, con el frío de lo desconocido, soñaba con la orilla que acogería, sus ansías de vida digna,
De pronto, una gigantesca y desafiante ola, vertió sobre ellos, toda aquella furia previsible y temida.
Sus pulmones, se fueron encharcando, mientras observaba el horizonte en busca de la tierra prometida.
Sin embargo, la negrura del paisaje, se fundió con la sensación se ahogo, que poblaba su ultimo suspiro pensando:
Ser libre, bien merecía una ultima esperanza.

Annia Mancheño  




ERASE UNA VEZ...


                  

Erase una vez.... A Anabel le gustaba escribir cuentos y todos los cuentos empezaban igual. Erase… Pero esta vez  no quería escribir un cuento, no quería dejar su  imaginación volar en un mundo de fantasía; ese día quería contar  su realidad.
Erase una vez… una niña que vivió feliz, a pesar de que en su casa no había demasiadas cosas materiales para compartir. Pero existía amor; amor y felicidad, habían abrazos, besos, ternura y una gran humanidad.

Y fue creciendo y fue formándose dentro de si, un  mundo  muy particular. Su padre solía  llamarla  cuando  mirando  las  estrellas la veía, ¡ Mi pequeño corazón de fantasía!.
La vida fue avanzando llena  de  momentos de felicidad, entre cuentos de  Sisi, El Jabato, Rín tín-tín y muchos más. Momentos que llenaron el corazón, de recuerdos llenos de amor.

Y fue avanzando el tiempo, ¿acaso el tiempo no estaba compuesto de momentos ? Momentos que durante años, fueron difíciles de asimilar, pues se llenaron de silencios, lloros y rencor, miedos, esperas y desconsuelos.
Todo con los ojos cerrados, quiso guardar en un baúl con mil candados, para no volverlos a tocar.

Pero aunque con mil candados el pasado se quiera guardar, hasta que no lo cogieras en las manos  y a los ojos te atreviera  a  mirarlo, nunca conseguiría aceptarlo y hacerlo una parte más de su caminar. Después cuando recordara esos momentos, el muro del tiempo, los dejaría atrás, muy atrás, cubriéndolos con otros recuerdos de momentos, que su huella en la parte del corazón  donde  se  guardan con ilusión, retazos de amor, harían que estos con paz, del baúl de los recuerdos los pudiera sacar. Sería entonces cuando el pasado sería  capaz de mirar.

El pasado, que ya había  quedando esculpido en el libro que empezó, cuando sus ojos, vieron la luz del sol por primera vez y según  los  rayos de este iban llenándole  de  calor, con letras que iban naciendo de dentro, fueron quedando en él, para los que un día lo leerían. Momentos buenos que saborear y otros que quedarían, como pequeñas gotas de agua fría de invierno, que resbalarían  sobre un cristal y cuando el sol saliera radiante, se difuminarían con su calor,  quedando solo en el recuerdos para enseñarle a andar.

Sus recuerdos eran inmensos, su  baúl  repleto estaba. Mirándolos todos, poco a poco, sobre  el libro que un día unas manos llenas de amor para ella su primera página dedico, iba escribiendo y dejando sobre este la huella de su caminar.
En este caminar ahora entendía, que habían personas que junto a ella, pudieron saborear, momentos tan hermosos que no olvidarían  jamás.
Y sobre sus páginas iba tejiendo una tela de araña con hilos de comprensión, amor, sonrisas y notas de color.

Dibujo la sonrisa de un padre, al que solo así quería recordar; dos palomas que acariciaba su  rostro  cuando  se  iba a descansar; varias  flores  que  con  sus perfumes, sus  días  llenaban de alegría y emoción; el beso de un amado que un día la cautivo; la alegría de  dos luceros que iluminaron su corazón; una  Gaviota  que crecía y sobre su hombro, cuando esta cansada se dejaba reposar; un Gavilán adolescente que la miraba con amor, pidiéndome su opinión, cuando no sabía que rumbo tomar; una bandada de Ruiseñores y Luciérnagas  que  a  su  alrededor, con sus vuelos la solían acompañar y con su comprensión y apoyo ayudar y ¡ tantos y tantos dibujos que sus manos aún tendrían que dibujar !.

Y esa  era su realidad. No era un cuento que del mundo de la fantasía pudiera sacar y empezar con el Erase una vez... Esta vez no existía el Erase una vez..., no deseaba escribir Erase..., sino, Es… era su realidad… un libro que un día, las manos de una flor muy especial con un inmenso amor maternal, quiso con su firma, la primera página empezar y dejando sus hojas en blanco, le dio la  oportunidad de que ella, dejara sobre  estas, los pasos que daría en su caminar.

Unas veces serían momentos de dolor, otras de felicidad, pero estaba aprendiendoe a vivirlos todos con la suficiente paz.
Por esta razón, hoy no quería escribir un cuento, pues su vida no es un cuento; eras una sucesión de momentos. Momentos que en su mente guardaba en el baúl de los recuerdos, el cual   de  vez  en cuando abría con la llave de la ilusión y empapándose con ellos, ponía la paz en su corazón.

Dentro se cuidaba de dejar a su amiga la soledad; le pedía que durmiera un poco más hasta que pudiera con  ella  hablar, sobre  lo  que a su vida trajo y en esta significo, para entender, ¿ qué fue, qué era, qué quería ser ! y sobre su libro  seguir  escribiendo  su  vida, como si fuera un cuento; un cuento lleno de momentos, que un día sus  nietos  con cariño puedan leer y entre cuentos, poesías y escritos inspirados en sentimientos, descubrieran como era su abuelita por dentro.


   Annia Mancheño

lunes, 11 de junio de 2012

MUCHO MÁS QUE UN SUEÑO...





Mucho más que un sueño que inundan tu alma, son los sentimientos que pueblan tu vida,
disfruta y no calles...


¡Grita tu alegría!
Y deja que el tiempo llene de momentos, de paz y contento tu nueva andadura,
dejando atrás aquellas noches frías.


Mereces tener tanta... ¡Tanta dicha! Amaste y sufriste y pasó la vida,
pero nunca es tarde si el amor te mira.


¡Hay tanto que entregar encerrado en tu corazón! ¡Tú, puedes regalar tanto, tanto amor!
¡Posees tan frescas las sonrisas limpias...¡ ¡La ternura que enciende tus palabras dichas...¡


Sensible y dulce como un alma niña... Fuerte y encontrada la mujer perdida...
Reponiendo fuerzas tu corazón marcha, envuelta en los brazos de alguien que te ama.


No temas que el tiempo rompa los momentos y disfruta el día, ¡ Que le día es cierto!
No tejas en tu mente telarañas negras, no piense.. ¿ Y mañana?  Que el hoy te espera.


Deja que tus brazos envuelvan el tesoro y tus labios cantes himnos con su rostro.
Vuela niña, vuela, abre bien tus alas y lleva en tu pico una rosa blanca.
Cuando llegue a tierras donde el amor te llama, desciende y deja que arrope tu alma.


La vida es breve. Breve es el sentimiento,  como breve es el perfuma que emana esa flor
que debes aspira y darle a tu amor.


Pétalos de seda, espinas que arañan, belleza, tristeza, dolor y esperanzas... ¡Así es la vida!
Tu vida que en marcha, hacía nuevas metas con ilusión se lanza.


Con nuevos impulsos, sin mirar atrás... viaja a su universo y juntos los dos, crear un mundo perfecto a vuestro alrededor donde seáis felices diciéndole a la soledad...

¡ Adiós!

Annia Mancheño