lunes, 1 de agosto de 2011

UNA PRINCESA DE IRLANDA

Erase una vez.......
Una princesa Irlandesa, que vivía encerrada en un castillo de altas torres, con puertas de mil candados. Desposada desde muy doncella por un Príncipe bellaco.
Pasaba las horas muertas mirando desde la ventana, como allá bajo en su reino, otras doncellas bailaban.
Presa de su esposo y doña de sus caprichos, lloraba por los rincones, anhelando tener sueños donde su Príncipe la llenara de tiernos dones. La caricia de unos abrazos, la belleza de un te quiero, la sonrisa de la brisa de un suave y dulce beso.
Pero éste tosco y rudo, a pesar de sus vestidos, tan sólo veía en ella el trofeo conseguido.
Un día desde el torreón vio acercarse a unas Damas, que al llegar  debajo de éste le gritaron a la ventana.
         
  •     Bajar mi buena Princesa, venir con nosotras, soltar vuestras cadenas que El Rey no os merece, ni debe ser dueño de vuestras penas.     
  •         Pero señoras ¡no puedo! ¿qué pasará si se entera?
  •        Dejar que sufra el calvario de pensaros lejos de su condena.
  •       Mirar mis buenas damas que él no es en realidad tan malo...
  •            ¿Queréis acaso que os hunda en la enfermedad de la tristeza?
               ¿Es entonces,   cuándo reconoceréis que os va matando de pena? 
        Dejar de justificarlo.


Quedó la Princesa pensando, cuando desde la cámara llega, la voz de su desposado que con gritos llenos de violencia,  su presencia espera.
Cerró los oídos a los sonidos de tan tremenda afrenta, bajó las escalinatas saliendo  del castillo presta.


Desde entonces en el Reino se cuenta una vieja leyenda...
Un Rey llora en el torreón, la marcha de su princesa. Lágrimas de desesperación por no saber detenerla. No supo darle aquello que como Dama merecía y ahora llora en las noches, la marcha de quien le quería.
Dicen que mientras él grita que no supo amarla, por las tierras de Irlanda feliz camina una Dama.
Haciendo caso a las otras Damas, se creyó que era bella y comprendió que merecía la dicha de ser amada de veras.
Libre del yugo del desamor, una princesa de Irlanda, encontró en otro Príncipe una nueva estrella, que desde entonces alumbra su corazón, con melodías de amor.

Annia Mancheño

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